Si te has sometido o estás pensando en someterte a una cirugía, es probable que hayas escuchado el término seroma. Esta condición postoperatoria es relativamente común y, aunque suele ser benigna, puede causar molestias e incluso complicaciones si no se maneja adecuadamente.
En este artículo vamos a explicarte qué es un seroma, por qué aparece, cuáles son sus síntomas, cómo prevenirlo y cuál es el tratamiento más recomendado según los especialistas.
¿Qué es un seroma?
Un seroma es una acumulación de líquido seroso (transparente o ligeramente amarillento) que se forma bajo la piel en la zona donde se ha realizado una cirugía o una herida extensa. Este líquido es similar al plasma sanguíneo y se compone de proteínas, glóbulos blancos y otros elementos que forman parte del proceso natural de cicatrización.
El seroma tras cirugía es más común en procedimientos que implican la eliminación de tejido o la creación de espacios vacíos en el cuerpo, ya que el organismo tiende a rellenar ese espacio con líquido como parte de la respuesta inflamatoria.
¿Por qué se forma un seroma?
El seroma es una respuesta natural del cuerpo a un trauma quirúrgico o a una lesión significativa. Se produce porque, al retirar tejido (grasa, piel, glándulas, etc.), se crea un espacio muerto donde los vasos sanguíneos y linfáticos pueden filtrar líquido.
Algunas causas comunes incluyen:
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Cirugía plástica: especialmente en procedimientos como abdominoplastia, liposucción, lifting de muslos o brazos.
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Cirugía oncológica: como la mastectomía, donde se retira tejido mamario y ganglios linfáticos.
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Traumatismos importantes: lesiones que provocan daño en tejido blando.
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Movilización temprana excesiva: movimientos intensos que aumentan la fricción y la inflamación en la zona operada.
Factores de riesgo para desarrollar un seroma
Aunque cualquier persona que se somete a una cirugía puede desarrollar un seroma, ciertos factores aumentan el riesgo:
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Tipo de cirugía: intervenciones extensas o que implican gran despegamiento de tejido.
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Tamaño del área tratada: cuanto mayor es el área intervenida, mayor es el riesgo.
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Movimiento excesivo en el postoperatorio: puede favorecer la acumulación de líquido.
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Obesidad: el exceso de tejido adiposo aumenta la posibilidad de complicaciones.
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Historia previa de seromas: si has tenido uno antes, es más probable que vuelva a aparecer.
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Problemas de coagulación o drenaje linfático.
Síntomas de un seroma
El seroma suele presentarse entre 5 y 10 días después de la cirugía, aunque en algunos casos puede aparecer más tarde. Los síntomas más comunes son:
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Bulto blando o fluctuante bajo la piel, en la zona de la cicatriz o alrededor.
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Inflamación localizada que no disminuye con el paso de los días.
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Sensación de líquido moviéndose al tacto.
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Molestia o dolor leve en el área afectada.
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Enrojecimiento leve (si hay infección, el enrojecimiento será más intenso y acompañado de fiebre).
Es importante diferenciar un seroma de un hematoma (acumulación de sangre) o de un absceso (acumulación de pus por infección), ya que el manejo es distinto.
¿Es peligroso un seroma?
En la mayoría de los casos, el seroma tras cirugía no es peligroso y se resuelve por sí solo con el tiempo. Sin embargo, puede presentar complicaciones como:
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Infección: el líquido acumulado puede convertirse en un caldo de cultivo para bacterias.
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Retraso en la cicatrización: la tensión sobre la herida puede afectar su cierre.
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Formación de cápsulas fibrosas: si el seroma persiste mucho tiempo, el cuerpo puede encapsularlo, dificultando su reabsorción.
Por estas razones, aunque el seroma no siempre requiere tratamiento urgente, sí debe ser evaluado por el cirujano.
Diagnóstico de un seroma
El diagnóstico se realiza mediante:
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Exploración física: el médico palpa la zona y evalúa el aspecto de la inflamación.
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Ecografía: permite confirmar la presencia de líquido y diferenciarlo de otras complicaciones.
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Análisis del líquido (solo en casos de sospecha de infección): para descartar bacterias.
Tratamiento de un seroma
El manejo del seroma depende de su tamaño, síntomas y tiempo de evolución.
1. Observación y reabsorción espontánea
En seromas pequeños y asintomáticos, el organismo suele reabsorber el líquido en 3 a 4 semanas sin necesidad de intervención. El médico puede recomendar reposo relativo, compresión y control periódico.
2. Drenaje con aguja (aspiración)
Si el seroma es grande, causa molestias o dificulta la cicatrización, el cirujano puede extraer el líquido con una aguja estéril. Este procedimiento es rápido y generalmente se realiza en consultorio.
3. Colocación de drenajes quirúrgicos
En cirugías con alto riesgo de seroma, se colocan drenajes desde el inicio para evitar la acumulación de líquido. Estos tubos se retiran cuando el drenaje es mínimo.
4. Tratamiento de la infección
Si el seroma se infecta, será necesario el uso de antibióticos y, en algunos casos, drenaje quirúrgico.
Prevención del seroma
Aunque no siempre se puede evitar, existen medidas que reducen el riesgo de desarrollar un seroma tras cirugía:
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Técnica quirúrgica cuidadosa para minimizar el despegamiento excesivo de tejido.
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Uso de drenajes temporales en cirugías extensas.
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Compresión postoperatoria con fajas, vendajes o sujetadores médicos según el área operada.
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Reposo relativo y evitar movimientos bruscos en las primeras semanas.
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Control del peso corporal antes de la cirugía.
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Cumplir estrictamente las indicaciones médicas en el postoperatorio.
Seroma en cirugías plásticas: casos más comunes
En la cirugía estética, el seroma puede aparecer con mayor frecuencia en:
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Abdominoplastia: debido a la gran extensión de piel y tejido que se retira.
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Liposucción: por el trauma en el tejido subcutáneo y la ruptura de vasos linfáticos.
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Lifting de brazos o muslos: ya que se manipula una gran superficie de tejido.
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Aumento de glúteos: cuando hay lipoinyección o manipulación extensa.
En todos estos casos, el seguimiento postoperatorio y las revisiones periódicas son claves para detectar un seroma a tiempo.
¿Qué hacer si crees que tienes un seroma?
Si notas inflamación persistente, un bulto blando o sensación de líquido bajo la piel tras una cirugía, lo más importante es no intentar drenarlo por tu cuenta. Esto podría introducir bacterias y provocar una infección grave.
Lo recomendable es:
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Contactar a tu cirujano lo antes posible.
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Evitar masajes o presión excesiva en la zona sin indicación médica.
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Mantener la higiene y cuidado de la herida.
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Cumplir con el uso de prendas de compresión si han sido indicadas.
Recuperación y pronóstico
En la mayoría de los casos, el seroma se resuelve sin dejar secuelas y no afecta los resultados finales de la cirugía. La clave está en detectarlo y manejarlo a tiempo, evitando complicaciones que puedan retrasar la recuperación.
El pronóstico es muy bueno si se siguen las indicaciones médicas y se realiza un seguimiento adecuado.
El seroma es una complicación postoperatoria frecuente pero generalmente benigna, que consiste en la acumulación de líquido seroso bajo la piel tras una cirugía. Con una detección temprana, seguimiento médico y tratamiento adecuado, se puede resolver sin afectar la recuperación ni los resultados estéticos.
Si estás considerando una cirugía estética o reconstructiva, hablar con tu cirujano sobre la prevención y el manejo del seroma es un paso importante para asegurar una recuperación segura y sin sorpresas.
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